Sábado 2 de noviembre de 2024
AFP | por Jing Xuan TENG
China aumentó su producción de carbón debido al calor extremo de este verano, la escasez de energía y el aumento de los precios del gas y el petróleo, decisión que genera preocupación por las consecuencias climáticas.
Sin embargo, el presidente Xi Jinping se comprometió a reducir el uso del carbón a partir de 2026 como parte de una serie de objetivos para reducir las emisiones chinas de CO2 antes de 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono en 2060.
China, el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, redujo sus emisiones de CO2 durante cuatro trimestres consecutivos debido a la desaceleración de su crecimiento económico, según un estudio publicado a principios de septiembre por el observatorio climático Carbon Brief.
Pero para reactivar su economía, las autoridades se apoyan en un aumento de la producción de carbón, una fuente de energía particularmente nociva para el clima.
Esta política de apoyo a este sector, que representa la mayor parte de su producción de electricidad, preocupa a los expertos, que temen que esto complique una posible transición hacia un mayor recurso a las energías renovables.
El otoño pasado, temiendo una escasez energética, las autoridades ordenaron a los productores de carbón aumentar en 2022 su capacidad de extracción en 300 millones de toneladas, lo que equivale a un mes más de producción de carbón para el país.
En el primer trimestre de 2022, los reguladores chinos autorizaron minas de carbón con una capacidad total de 8,63 gigavatios, según Greenpeace.
Esto representa casi la mitad de la capacidad aprobada en todo el año 2021.
En las últimas semanas, debido a una ola de calor sin precedentes, se quemó y se extrajo mayores cantidades de carbón para hacer funcionar los acondicionadores de aire y compensar la disminución de la producción de presas hidráulicas debido a la desecación de los ríos.
En junio, el primer ministro Li Keqiang pidió “aumentar al máximo la capacidad de producción de carbón y establecer un suministro a largo plazo de carbón”.
Según el organismo independiente Climate Action Tracker, incluso los objetivos climáticos “más vinculantes” fijados por Pekín en materia de lucha contra el calentamiento conducirían a un calentamiento global de 3 a 4ºC antes de finales de siglo, bien más allá del objetivo del acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5ºC.
Para alcanzar este objetivo, China deberá “reducir sus emisiones lo antes posible y mucho antes de 2030 y reducir el consumo de carbón y otros combustibles fósiles a un ritmo mucho más rápido de lo previsto”, detalla.
La reticencia de Pekín a abandonar el carbón se explica en parte por la ineficacia de su red eléctrica, que no permite el transporte de la energía excedentaria de una región a otra.
El carbón y el gas permiten disponer de una fuente de energía inmediata y constituyen, en la práctica, “el único medio para que las autoridades locales eviten la escasez de electricidad”, según el investigador Lauri Myllyvirta en un informe de Carbon Brief.
Sin embargo, China realizó progresos reales en materia de energías renovables.
La capacidad solar operativa actual del país representa casi la mitad del total mundial, según la ONG Global Energy Monitor (GEM), con sede en San Francisco.
Pero a diferencia de la energía eólica o solar, las reservas de carbón y gas se pueden mantener y utilizar según las necesidades, lo que da a las autoridades locales una sensación de seguridad.
“Cuanto más apueste ahora China por el carbón, más difícil será financiar y realizar proyectos de energía renovable más tarde”, explicó a la AFP Wu Jinghan, jefe de proyecto de clima y energía para Greenpeace en Asia oriental.