El último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha puesto de manifiesto que Guatemala ha experimentado un aumento significativo en la inseguridad alimentaria durante el trienio 2020-2022. Según el documento, la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó en un 14.6%, llegando al 59.8%, en comparación con el trienio anterior. Este índice representa a 10.5 millones de personas, ubicando a Guatemala por encima del promedio de América Latina y el Caribe (39%).
La inseguridad alimentaria moderada implica incertidumbre sobre la capacidad para obtener alimentos, lo que lleva a reducir la calidad o cantidad consumida debido a limitaciones financieras u otros recursos. Por otro lado, la inseguridad alimentaria grave significa la falta de acceso a alimentos, experimentando hambre y, en casos extremos, días sin consumir alimentos, poniendo en riesgo la salud y el bienestar.
El informe también destaca que las mujeres en Guatemala enfrentan más la inseguridad alimentaria, con un 67.3%, en comparación con el 52.3% de los hombres. Además, se ha observado una disminución mínima del 0.7% en la desnutrición crónica en niños menores de 5 años, que aún afecta al 43.5%.
Ricardo Rapallo, representante de la FAO en Guatemala, señaló que los avances en la reducción del hambre se han estancado debido a factores como la crisis del COVID-19, los eventos en Rusia y Ucrania, y los problemas climáticos en Guatemala. Urgió a medidas inmediatas para abordar la situación y recomendó intervenciones para las poblaciones de ingresos más bajos, políticas de alimentación escolar y apoyo a la agricultura familiar. Con un cambio de gobierno en enero, destacó la necesidad de medidas a corto y mediano plazo para abordar estos desafíos.