Investigadores han propuesto la posibilidad de utilizar armas nucleares como una medida para desviar asteroides amenazantes que se dirigen hacia la Tierra. Este enfoque se originó en un experimento de laboratorio donde se bombardearon objetos del tamaño de una canica con rayos X.
El mayor ensayo de defensa planetaria hasta ahora fue llevado a cabo en 2022, cuando la nave DART de la NASA impactó un asteroide de 160 metros, alterando su trayectoria. Sin embargo, esta estrategia podría no ser suficiente frente a un objeto más grande, como el asteroide Chicxulub, que causó la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años.
Un estudio publicado en la revista Nature Physics revela un experimento en Sandia National Laboratories en Nuevo México, donde se utilizó un modelo de asteroide de 12 milímetros expuesto a intensas ráfagas de rayos X. Nathan Moore, el principal autor del estudio, afirmó que esta máquina produce “el haz más brillante en el mundo”.
La energía de una explosión nuclear se manifiesta principalmente como rayos X, y en el vacío del espacio no se generaría ninguna onda de choque ni bola de fuego. En el laboratorio, los rayos X pulverizaron la superficie del miniasteroide, propulsándolo a 250 km/h, actuando así como un “motor de cohete”. Este resultado confirma teorías anteriores sobre el uso de explosiones nucleares para desviar asteroides.
Los investigadores desarrollaron un modelo que sugiere que una bomba de un megatón, 60 veces más poderosa que la de Hiroshima, podría desviar un asteroide de cuatro kilómetros de diámetro si se detecta con suficiente antelación. Sin embargo, realizar esta prueba en condiciones reales presentaría riesgos, altos costos y violaciones a tratados internacionales.
Mary Burkey, investigadora del Lawrence Livermore National Laboratory, realizó simulaciones informáticas sobre la utilización de armas nucleares para desviar asteroides y confirmó que sus hallazgos son consistentes con los del equipo de Sandia. Aseguró que tal misión podría ser muy efectiva, siempre y cuando haya tiempo suficiente para que el impulso producido permita desviar el objeto y evitar un impacto en la Tierra.